viernes, 7 de diciembre de 2012

El misterioso secretario del Papa





Ningún secretario personal había tenido tanta influencia en El Vaticano hasta que llegó el alemán Georg Gänswein (Riedern am Wald, 1956). No hay aparición de Benedicto XVI en la que el sacerdote no esté a su lado. Siempre cerca, siempre atento, siempre pendiente del menor detalle: ayudando al Sumo Pontífice a mantener el equilibrio cuando sube o baja del vehículo papal, colocándole la estola antes de cada ceremonia, continuamente hablándole al oído, controlándole el tiempo en las audiencias privadas y en las entrevistas con la prensa, acompañándolo en sus retiros vacacionales en Castelgandolfo. Todo, absolutamente todo lo que tenga que ver con las actividades personales del Papa pasa por sus manos y por su severa aprobación.

La relación entre el Papa y su “joven” secretario es tan cercana y poderosa, que en más de una ocasión se ha llegado a hacer algún comentario mordaz. “¿No es demasiado estrecha?”, se preguntan unos.

Tiene fama de ser muy devoto, muy severo y… muy guapo. Él se define como “suave en las formas y duro en el fondo”, un hombre para quien la paciencia no es uno de sus fuertes. Pero, ¿quién es en realidad Georg Gänswein? En una insólita entrevista publicada hace unas semanas en la revista dominical XL Semanal del diario español ABC, el “chico bronceado con sotana”, como ha sido calificado por la prensa italiana, habló por primera y quizá por única vez, acerca de la vida que lleva en El Vaticano.

Testigo de excepción de los momentos inmediatos a la elección de Joseph Ratzinger como máximo jerarca de la Iglesia católica, monseñor Gänswein revela: “Yo llegué en el momento en que los cardenales se arrodillaban uno tras otro ante él en la Capilla Sextina y le juraban lealtad y obediencia. Su rostro estaba casi blanco como la nueva sotana y el pileolus que llevaba en la cabeza. Parecía estar enormemente conmovido”.

Para este sacerdote de 51 años, hijo de un herrero de un pueblecito de 450 habitantes en la Selva Negra al que en su juventud le gustaba escuchar a Cat Stevens y Pink Floyd y que odiaba estudiar derecho canónico, aquella experiencia y todo lo que vino los días posteriores fue algo así como “un relámpago, un tsunami”.

Cuando el flamante Pontífice lo invitó a colaborar a su lado en su nueva encomienda, Georg Gänswein asegura que su antecesor en el mismo cargo, monseñor Stanislaus Dziwisz -actual arzobispo de Cracovia-, puso en sus manos un sobre que contenía varios papeles confidenciales y la llave de una vieja caja fuerte de fabricación alemana y le dijo: “Lo único que puedo decirte es que el Papa no puede sentirse nunca ahogado por nada ni por nadie. Cómo conseguirlo es algo que tendrás que descubrir por ti mismo”. Y punto. Esa fue toda su formación dentro de la etiqueta pontificia.

Gänswein dice que la “familia papal” dentro del Palacio Apostólico está compuesta por dos alemanes, un polaco y cuatro italianas que prácticamente no se conocían con anterioridad. “El primer y fundamental paso fue encontrar un modo de vida: la palabra adecuada, el adecuado dar y recibir, el callar, el no callar. En poco tiempo se creó una atmósfera cordial”, apunta. Y revela que en las habitaciones pontificias el idioma que se habla es el italiano, que el Papa “siempre viste de blanco” y que por la tarde se reúne con sus dos secretarios para ver los noticiarios por televisión.

¿Cómo es Joseph Ratzinger en la intimidad? Su secretario responde: “Cualquiera puede ver que el Santo Padre no es una persona demasiado abierta, lanzada, sino más bien reservada. Es, básicamente, un hombre tímido, que transmite cierta sensación de incomodidad, una especie de rechazo, a todo lo que sea demasiado corriente, a la vulgaridad”. ¿Y en el ámbito laboral?: “Es un trabajador enérgico y rápido”.

Monseñor Gänswein platica que aún cuando en un principio lo irritaba, hoy ha aprendido a lidiar con la inquietud que genera en el mundo su agradable apariencia externa. “En realidad no hace daño, además me resulta halagador y no es pecado”, remata.

El poderoso secretario personal es tan misteriosamente cercano a Benedicto XVI, que por primera vez aparece al lado del Papa en varias de las 13 fotografías del Calendario 2008 que publicó recientemente el diario vaticano L’Observatore Romano. Sonriente, unos pasos atrás del Sumo Pontífice, Georg Gänstein también está en la portada de este almanaque que ya puede comprarse a cinco euros en todas las librerías de Roma. Es, aseguran, ‘el verdadero poder tras el trono’. Es el hombre más poderoso del Vaticano. Todo un enigma para muchos.














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