jueves, 6 de diciembre de 2012

El quietismo (S XVII) Otro católico a la hoguera...






El quietismo fue un movimiento místico surgido en el siglo XVII en el seno de la Iglesia Católica, especialmente en España, Francia e Italia. Fue propuesto por el sacerdote y místico español Miguel de Molinos en su Guía espiritual que desembaraza el alma y la conduce por el interior camino para alcanzar la perfecta contemplación y el rico tesoro de la paz interior, publicada en 1675.

Enseñaba la pasividad en la vida espiritual y mística, ensalzando las virtudes de la vida contemplativa. Sostenía que el estado de perfección únicamente podía alcanzarse a través de la abolición de la voluntad: es más probable que Dios hable al alma individual cuando ésta se encuentra en un estado de absoluta quietud, sin razonar ni ejercitar cualquiera de sus facultades, siendo su única función aceptar de un modo pasivo lo que Dios esté dispuesto a conceder.

En 1685 Molinos es apresado por la Inquisición, condenado a reclusión perpetua y prohibida su obra por Inocencio XI. Numerosos adeptos cristianos terminaron en las hogueras de la Inquisición. El teólogo y arzobispo de Cambrai Fenelon, su defensor y difusor, fue condenado al exilio por Inocencio XII.


Las primeras escaramuzas con la Inquisición se produjeron en 1678. Las críticas venían especialmente por parte de los jesuitas Gotardo Bell’Uomo y Paolo Segneri. Fruto de ellas es la redacción por Molinos de su Defensa de la contemplación, obra redactada hacia 1679-80 pero que ya no verá la luz. Los ataques de tales jesuitas se incluyeron en el Índice de libros prohibidos de 1681. La Guía espiritual fue denunciada por el cardenal D'Estrées (embajador en Roma del rey de Francia Luis XIV), que anteriormente había sido su amigo.

Miguel de Molinos fue apresado junto con algunos de sus discípulos el 18 de julio de 1685. El proceso fue lento, por la imposibilidad de conseguir pruebas de las presuntas desviaciones doctrinales del sacerdote español a través del examen de su libro. Bajo tortura, Molinos confesó cualquier cosa que le imputaban, por lo que terminó siendo acusado de actos de inmoralidad.1

Se desconoce el contenido de las actas de su absurdo proceso porque funcionarios de la Inquisición las destruyeron un siglo después (a fines del siglo XVIII), para evitar que cayeran en manos de los franceses.

Algunas de las confesiones que extrajeron los inquisidores bajo tortura podrían estar enumeradas en un escrito del obispo de Téano, Giuseppe Maria Giberti, que en 1687 escribió en su Ragguaglio della pessima vita di Michele Molinos:2

    No observaba el ayuno ni viernes ni sábado ni día de vigilia ni de cuaresma, sino que siempre comía carne, y el pez era sólo para aguzarse el apetito, juntamente con la carne. Haber tenido durante dieciocho años continuos comercio con una mujer (ésta también del Santo Oficio, y que cada mañana la hacía comunicar). Que para conseguir la libido, se hacía servir en la mesa y desnudarse a más mujeres desnudas, y otra veces estaba presente para ver mujeres y hombres desnudos entrelazarse juntos y relacionarse. De haber sido más veces sodomizado (acto que él decía que no era pecado porque no estaba escrito en el Decálogo, lo mismo que decía del bestialismo).
    Obispo Giberti (Nápoles), 1687


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