viernes, 14 de diciembre de 2012

Toda una lumbrera: Un genocida.




¿Hay que tolerar a los herejes? , se pregunta Santo Tomás de Aquino en la Suma Teológica (art 3 de la cuestión 11 Parte II-IIae). Y el santo católico, patrón de las universidades y centros de estudio católicos, responde sin dudar: "por parte de la Iglesia está la misericordia en favor de la conversión de los que yerran, y por eso no se les condena, sin más, sino después de una primera y segunda am
onestación (Tit 3,10), como enseña el Apóstol. Pero después de esto, si sigue todavía pertinaz, la Iglesia, sin esperanza ya de su conversión, mira por la salvación de los demás, y los separa de sí por sentencia de excomunión. Y aún va más allá relajándolos al juicio secular para su exterminio del mundo con la muerte". Y justifica el exterminio de herejes diciendo "es mucho más grave corromper la fe, vida del alma, que falsificar moneda con que se sustenta la vida temporal. Por eso, si quienes falsifican moneda, u otro tipo de malhechores, justamente son entregados, sin más, a la muerte por los príncipes seculares, con mayor razón los herejes convictos de herejía podrían no solamente ser excomulgados, sino también entregados con toda justicia a la pena de muerte.".


"Lumbrera de la Iglesia y del mundo entero", así hablaba el Papa Pablo VI en una carta apostólica de 1972 para referirse a Tomás de Aquino, ese ideólogo del exterminio de disidentes.


La Suma Teológica y su autor, continúan a la fecha siendo pilares de las enseñanzas impartidas por la iglesia católica en sus establecimientos educativos.

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